La Teoría General de Integración Sensorial fue desarrollada por la Dra. Jean Ayres, de los Estados Unidos, quien después de obtener su licenciatura en Terapia Ocupacional y un doctorado en Psicología Educacional de la Universidad del Sur de California, comenzó trabajos de post-grado en el Instituto de Investigación Cerebral de la Universidad de California en Los Ángeles. Allí, ella comenzó a formular su teoría de disfunción en integración sensorial, entre los años 1960 y 1970. Previo al hito marcado por el trabajo de investigación de la Dra. Ayres los niños que tenían disfunciones en integración sensorial sufrían de una disfunción que era malentendida y malinterpretada.
A través de su investigación la Dra. Ayres logró descubrir que estos niños tenían un desorden neuronal que resultaba en una organización ineficiente de la recepción sensorial captada por el sistema nervioso.
Ella desarrolló herramientas diagnósticas para identificar este desorden y propuso un acercamiento terapéutico que transformó a la Terapia Ocupacional pediátrica. En el año 1977 la Dra. Ayres abre su clínica en el sur de California, para la evaluación y tratamiento específico de estos niños así como para el entrenamiento de profesionales.
¿Quién fué Jane Ayres?
Entonces Integración Sensorial es...
La organización de los estímulos sensoriales para su uso. El “uso” puede ser:
Cuando hablamos de Integración Sensorial nos referimos a la posibilidad que tiene el individuo de detectar, registrar, modular y discriminar información sensorial para su desempeño en las actividades cotidianas como las de autocuidado, juego, interacción social, aprendizaje académico y actividades recreativas que nos convocan en el día a día.
Nuestros sistemas sensoriales trabajan juntos en una forma inconciente y automática, para ayudarnos a encontrarle sentido y adjudicarle significado a objetos y personas. Los sentidos sensoriales son la forma de entrada de la información del mundo y de nuestro cuerpo. Su mal función tiene una implicancia capital en el desarrollo del niño pero también en el desempeño funcional, laboral y social de la persona adulta ya que estos problemas no desaparecen en la infancia y continúan haciendo nuestra vida un poquito más difícil.
En general tenemos que poner mas tiempo, atención y esfuerzo en cosas que a otros les sale naturalmente. En los niños con diagnósticos como problemas de aprendizaje, retrasos en el desarrollo, retardo mental, autismo y conductas del espectro, Parálisis Cerebral, y otros síndromes genéticos, así como en el niño de alto riesgo por causas peri o post-natales, se observan a menudo diferencias en el procesamiento sensorial. Pero estas problemáticas también se encuentran en un 10 al 15% de la población de desarrollo típico según señalan recientes estudios de incidencia.
La integración sensorial se centra en tres sentidos básicos:
Estos tres sistemas sensoriales, son fundamentales en nuestro desarrollo armónico. Antes del nacimiento, estos sentidos comienzan a funcionar, y continúan desarrollándose durante el crecimiento del niño.
Estos sentidos están íntimamente conectados entre ellos y forman conexiones complejas con otros sistemas del cerebro. Estas conexiones nos permiten experimentar, interpretar y responder a diferentes estímulos del medio ambiente, pudiendo emitir una respuesta apropiada. Cuando uno de estos tres sistemas no funciona adecuadamente, el niño puede mostrar diferentes síntomas. El nivel de actividad puede ser extremadamente alto o bajo, o fluctuar entre extremos. El niño puede parecer desorganizado, con bajo rendimiento, problemas en el habla o lenguaje, así como distraerse con facilidad o volverse impulsivo. Otros niños pueden presentar dificultades para ajustarse a situaciones nuevas, la tolerancia a la frustración o modelar su conducta.
La evaluación y tratamiento de las disfunciones de integración sensoriales son realizados por un Terapeuta Ocupacional entrenado específicamente en este campo. El tratamiento de Integración Sensorial es exitoso, cuando la persona es capaz de procesar información sensorial en una forma más efectiva, su respuesta motora será más coordinada y eficiente, como su respuesta a experiencias sensoriales será más adecuada. Por ejemplo, ahora el niño será capaz de tolerar que le corten el pelo sin llorar y/o replegarse aterrorizado, o podrá disfrutar de subir a un columpio sin sentir que cae a un abismo. También podrán demostrar progresos en el desarrollo del lenguaje y en la escuela; un incremento de las habilidades sociales y personales y/o mejoramiento de la confianza en sí mismo. Cuando el sistema nervioso de una persona comienza a funcionar eficientemente, el individuo aparece mejor organizado y más seguro de sí mismo porque puede ahora interpretar al mundo externo apropiadamente y con exactitud.